domingo, 10 de julio de 2011

El padre ausente

EL PADRE AUSENTE
YRVIS COLMENARES.
irvincolmenares@gmail.com

        Entre las tantas historias que inauguraron en Venezuela  los hombres que bajaron de las carabelas,  pudiera estar la del padre ausente. Es probable que estos hombres, acosados por las circunstancias, dejaran su semilla sembrada en las aborígenes de aquel tiempo y siguieran su gesta conquistadora sin conocer el destino de esos encuentros.
        Luego, la terrible y larga guerra de independencia devoró la casi totalidad de los varones de entonces. Dejando como consecuencia una gran orfandad y unas madres que tuvieron que salir adelante haciendo de tripas corazones para garantizar la sobrevivencia de sus críos.
        Dos momentos históricos en los que seguramente se conformó esta historia de abandono que nos acompaña hasta el sol de hoy y donde el padre, en más hogares de los que se quisieran, fue quedando reducido casi a una nada.
Realidad amarga esta, pero realidad al fin: Para la gran mayoría   de nuestras familias,  principalmente las de las zonas  populares, el padre es una ausencia. Bien sea, porque abandona su hogar en forma temprana y los hijos crecen con el vacío de su existencia, o porque aún estando presente no se ocupa de impactar decisivamente la formación de los valores de sus hijos.
Sobre los alcances de esa ausencia nos habla el trabajo realizado, sobre una historia de vida de un varón venezolano,  por Alejandro Moreno y su equipo de investigación (Buscando Padre. Caracas 2002).
En esta investigación se muestra que el padre ausente no le es indiferente al hijo. No es, como se pudiera pensar, que da igual tenerlo que no tenerlo. Porque a fin de cuentas, como indiqué al inicio del escrito, es bastante añeja la historia de soledad paterna en la familia venezolana y por tanto ya debíamos habernos adaptado a esa especificidad de nuestra familia.
El estudio mencionado señala que sí tiene significación para el hijo la figura del padre, claro que en un nivel muy pequeño en relación con la madre. Este padre ausente se convierte para el venezolano en una especie de oquedad que necesita ser llenada. En una búsqueda permanente de figuras sustitutas. En una añoranza por ese afecto desconocido.
 El hijo manifiesta una afectividad conflictiva hacia la figura paterna. La vivencia de abandono es muy fuerte y genera sentimientos encontrados donde el amor se mezcla con el odio y a la larga hace difícil el perdón, por lo que el hijo opta por el olvido del padre.
El varón venezolano no la tiene fácil a la hora de construir un modelo de paternidad. Anda a tientas por caminos inciertos. Su imagen paterna la ha ido formando con los retazos que cada una de las mujeres de su familia ha tenido a bien cederle.  Madre, tías, abuelas. Cada una pone su granito de arena para que ese hijo le de algún significado a la palabra padre. El padre que conoce el hijo venezolano es el que las mujeres de su familia deciden presentarle. Como en todo, de esas interpretaciones matriales saldrán algunos ejemplos bien parados y otros serán un desastre. De este modo la palabra padre cobra algún sentido para el hijo pero la vivencia se queda en el vacío.
Sin la vivencia orientadora parece inevitable que el  conflicto siga su curso. Muchos seguirán engendrando para luego repetir su vivencia de abandono.  Hasta cuándo… Las normas de la cultura suelen cambiar lentamente.
Es verdad que, gracias a Dios, la madre con su gigantesca presencia llena bastante  ese vacío dejado por el padre. Suficiente para que llevemos nuestra existencia sin mayores conflictos existenciales. Suficiente para dotarnos de un sentido de convivencialidad que nos ha permitido vivir en paz. Pero aún así la añoranza late con fuerza.
 No obstante lo anterior, creo que pudiéramos coincidir en que hay cierta tendencia en la juventud actual por tratar de darle otro significado a su paternidad.  Hoy día es frecuente ver a muchos jóvenes compartiendo con la madre la crianza de los hijos. Se ve más acompañamiento de los padres. Puede ser que ese sea un signo alentador.
Abocarnos todos a entender estos asuntos es una manera de facilitar un cambio nada fácil:  el nacimiento de ese padre que hasta ahora no termina de cuajar.

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